Vivimos una época extraordinaria. El Internet nos ha conectado a todos sin importar la distancia. Ha hecho más accesible el conocimiento. Ha democratizado el entretenimiento, el discurso público y los medios de producción digitales. La transformación de la sociedad a manos del Internet es innegable; sin embargo, era en cierta manera, predecible. Son muchas las barreras que ha derribado, y una de ellas es la que restringía la identidad personal. En cierto sentido es predecible porque era la tendencia cultural dada por la condición liberal de nuestro mundo. En un sistema donde la libertad individual es un derecho tan preciado, era de esperar que, si a las personas se les daba mayor capacidad de autodeterminación, se volverían más y más individuales. Y así seguirían, rompiendo más lazos con lo colectivo y centrándose más en sí mismas hasta donde los nuevos límites les permitiesen. El individualismo exacerbado es, por tanto, una consecuencia lógica de proporcionar las herram...
El Big Data está en todas partes. Está en muchísimos sectores profesionales; en decenas de campos de estudio; y en nuestro día a día, en lo que vemos, oímos, sentimos y creemos. El Big Data se ha colado en cada parte de nuestra existencia y ha transformado nuestra manera de experimentar la vida tanto de forma individual como colectiva. Poco a poco, la gran piscina de datos va engullendo más y más partes de la realidad y, tras pasarlas por todo su aparato digestivo, las convierte en información cuantificada, en números. Según el documental de TVE, Big Data, conviviendo con el algoritmo (2017), en un solo día, Twitter administra cerca de 12 terabytes de tuits, y Facebook unos 1 000 milones de comentarios. Nuestras bibliotecas de información reciben una infinidad de datos acerca de miles de aspectos de nuestro comportamiento y hábitos, de aspectos de nuestras vidas antes considerados imposibles de cuantificar. Pero fue posible convertirlos en números, y la tendencia es cuantificar...