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Big Data y la singularidad de la vida, el universo y todo lo demás

El Big Data está en todas partes. Está en muchísimos sectores profesionales; en decenas de campos de estudio; y en nuestro día a día, en lo que vemos, oímos, sentimos y creemos. El Big Data se ha colado en cada parte de nuestra existencia y ha transformado nuestra manera de experimentar la vida tanto de forma individual como colectiva. Poco a poco, la gran piscina de datos va engullendo más y más partes de la realidad y, tras pasarlas por todo su aparato digestivo, las convierte en información cuantificada, en números.

Según el documental de TVE, Big Data, conviviendo con el algoritmo (2017), en un solo día, Twitter administra cerca de 12 terabytes de tuits, y Facebook unos 1 000 milones de comentarios. Nuestras bibliotecas de información reciben una infinidad de datos acerca de miles de aspectos de nuestro comportamiento y hábitos, de aspectos de nuestras vidas antes considerados imposibles de cuantificar. Pero fue posible convertirlos en números, y la tendencia es cuantificar cada vez más facetas humanas y del universo. Esto nos lleva a una pregunta interesante a la par que aterradora: ¿existe algo imposible de convertir en números? ¿Hay algo cuya naturaleza escape a la cuantificación?

En un vídeo del genial canal de Youtube Adictos a la Filosofía se expone que el límite de la ciencia se encuentra en el límite de lo cuantificable: aquello de valor cualitativo escapaba a los límites del método e investigación científicas. Y a pesar de que tiene razón, la ciencia ha demostrado a lo largo de los años que es capaz de encontrar nuevas maneras de medir con magnitudes partes de la realidad antes consideradas inalcanzables para la matemática. Se han creado parámetros para la vida, el universo y todo lo demás, hasta llegar al punto actual en el que gran parte de lo que conocemos ha sido licuado en una máquina normalizadora y transformada en números, estadísticas.

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Como se dijo antes, todo apunta a que seguiremos alimentando esta máquina licuadora con cada vez más facetas de la realidad. Actualmente ya se hace con el arte, los productos culturales, las reacciones emocionales... Y con ello se logra manipular la producción cultural, las relaciones sociales y el discurso público. También se cuantifican el sexo, el amor y la belleza; las amistades, la popularidad y la atención de la mirada; la infelicidad, los sueños y las fantasías.

La pregunta del segundo párrafo tiene implicaciones realmente profundas e importantes. Si todo en nuestra existencia puede transformarse en números, ¿hay algo del ser humano que sea distinto de un conjunto de piedras, una colección de ramas o una cuenta bancaria? Esto puede poner en jaque algunos de los principios del pensamiento de nuestra especie y su experiencia. Por ejemplo, ciertas capacidades, características y condiciones que consideramos innatas, valiosas e irrepetibles, como la creatividad, la emoción, la intención, la consciencia, la decisión... o la identidad propia.

Muchas obras de ciencia ficción ya han tratado este tema, y tal vez la más conocida de ellas sea la famosa serie de Netflix Black Mirror (2011). Si todo puede convertirse en datos, ¿pueden las propias personas transformarse en Big Data? De ser así, ¿qué nos diferenciaría y daría más valor por encima de nuestra copia digital? En caso de que cada rasgo, hábito, gen y molécula de nuestro cuerpo pudiera ser replicado en una computadora, es posible que hallásemos en nuestra pantalla a alguien imposible de diferenciar de nosotros mismos, al menos físicamente. Pero, ¿qué hay de la personalidad? ¿Qué hay del pensamiento?

Muchos científicos defienden que la mente es puramente material, que puede analizarse y secuenciarse cada pensamiento, deseo y emoción, aunque sea imposible con la tecnología actual. De ser capaces de conseguir esto, a nuestro doppelgänger virtual podría dotársele de todo aquello que necesitaría para ser exactamente igual que nosotros. Y esto haría jaque mate a nuestra noción de la individualidad, de que cada persona es inimitable: la tecnología nos habría mostrado que no es así.

6 Mejores diferencias entre Big Data y Machine Learning

La caída de la identidad individual podría abrir ventanas que jamás deberían ser abiertas. Uno de los valores fundamentales del liberalismo es la vida, derecho fundamental de infinita importancia: cada vida es única, valiosa e irrepetible. Sin embargo, si cada vida es, de hecho, repetible, si no es única, habrá quien deje de considerarla valiosa. Este planteamiento es explorado en la película El atlas de las nubes (2012), donde una de las múltiples historias que narra transcurre en un futuro distópico en el que miles de clones de mujeres son esclavizadas, utilizadas y desechadas como productos cualquiera sin valor alguno. Todas eran exactamente iguales, y eso hacía que la vida de ninguna tuviera valor.

Sin embargo, hay algo que no consigue cuadrar: la consciencia. Es imposible que distintos sujetos compartan consciencia, incluso si son clones o si son mil copias virtuales creadas a partir de datos de una sola persona . El mero hecho de que cada entidad tenga una consciencia separada las constituye como individuos. Por esto, parece que hay un límite de cuánto puede llegar a cuantificarse a un ser humano. Pero, aún hay muchas otras cosas que sí pueden convertirse en Big Data. ¿Y si siguieran encontrándose formas de dotar de magnitud a todas y cada una de las diferentes dimensiones y fracciones de universo?

La gran máquina de licuar la realidad podría seguir devorando todo lo que existe y dirigiéndolo a una singularidad total: la conversión universal en datos. A medida que se amplía la potencia de los ordenadores y su capacidad para manejar la información y calcular, cabe la posibilidad de que llegue un momento en el que el Big Data pueda abarcar todos los seres vivos, los planetas, los sistemas y galaxias; lo que comúnmente se le llama una simulación del universo. Si el ser humano llega a ser capaz de cuantificar el universo, cada aspecto suyo, la localización de cada partícula, el funcionamiento de cada fuerza y principio... en teoría, debería ser capaz de simularlo todo.

Llegados a este punto, nada sería especial. Todo habría convergido en una sola cosa, el número. Las vidas, el arte, los planetas y lo demás serían pura magnitud, puro parámetro. Desaparecería esa magia que dota de interés a la existencia humana, ese desconocimiento y falta de control que convierten en sagradas nuestras vidas y la tierra que pisamos. Actualmente, el Big Data ya ha arrebatado la esencia y la humanidad de muchos de los aspectos de nuestras vidas. Ha convertido a las personas, la felicidad y el sufrimiento en números, en algo carente de significado y trascendencia. A este paso, habrá licuado el duende de las cosas, de todas. Como cuando pasan por la picadora a una vaca y dejan de existir sus distintas partes para convertirse en carne picada, homogénea y falta de características particulares, se convertirán en una masa de datos carentes de encanto la vida, el universo y todo lo demás.

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