Vivimos una época extraordinaria. El Internet nos ha conectado a todos sin importar la distancia. Ha hecho más accesible el conocimiento. Ha democratizado el entretenimiento, el discurso público y los medios de producción digitales. La transformación de la sociedad a manos del Internet es innegable; sin embargo, era en cierta manera, predecible. Son muchas las barreras que ha derribado, y una de ellas es la que restringía la identidad personal. En cierto sentido es predecible porque era la tendencia cultural dada por la condición liberal de nuestro mundo. En un sistema donde la libertad individual es un derecho tan preciado, era de esperar que, si a las personas se les daba mayor capacidad de autodeterminación, se volverían más y más individuales. Y así seguirían, rompiendo más lazos con lo colectivo y centrándose más en sí mismas hasta donde los nuevos límites les permitiesen. El individualismo exacerbado es, por tanto, una consecuencia lógica de proporcionar las herram...